Manejo Integrado de Plagas MIP – 1ª Parte
La producción integrada como un sistema de producción rentable de alimentos, toma en cuenta todos los factores productivos y da prioridad a los métodos que respetan la salud humana y el medio ambiente. Tiene por objetivo obtener productos de alta calidad, minimizar el uso de productos agroquímicos y disminuir los residuos.
Además, la producción integrada permite el uso de productos agroquímicos de síntesis de manera restringida y como última alternativa. Pretende recuperar los conocimientos y los métodos de la buenas prácticas agrícolas, que, junto con una planificación correcta y el desarrollo de las técnicas del manejo integrado de plagas, nos permita cumplir objetivos que podemos concretar en:
- Obtener productos de alta calidad.
- Proteger la salud del consumidor y del productor.
- Respetar el medio ambiente.
- Respetar el ecosistema (fauna y flora).
- Minimizar el uso de fitosanitarios y abonos.
- Conservar el medio rural y el paisaje, y asegurar la viabilidad económica.
El MIP se puede poner en práctica en plenitud de todo su significado, cumpliendo los siguientes requisitos:
- Identificar correctamente la especie cuya población puede llegar a comportarse como plaga.
- Establecer el Umbral Económico para el caso concreto en que se está actuando.
- Determinar mediante un adecuado proceso de monitorización y seguimiento, el momento en que se alcanza el Umbral Económico
- Aplicar de modo integrado y en un contexto agroecológico, los diferentes métodos de control disponibles en cada caso. Se considera la aplicación de medidas preventivas y de tácticas de control directo para conseguir que el nivel de la población plaga vuelva a estar por debajo del tolerable.
Es una realidad que hoy en día, existen numerosos problemas que dificultan la puesta en práctica del MIP. Algunos de ellos derivan de la falta de conocimientos que deben ser generados, por ejemplo, del Umbral Económico en situaciones concretas, un deficiente proceso y seguimiento de monitorización, escasez de tácticas que actúen contra la plaga de modo compatible con la propia filosofía del IPM, etc. Mientras que otros, son consecuencia de las circunstancias más variadas (confusión sobre el concepto de MIP cuando se pretende generalizar su uso, falta de asesoramiento técnico para su implementación, poco esfuerzo dedicado a la correcta monitorización y seguimiento de las plagas y el hecho de que muchas actuaciones basadas en el uso de plaguicidas son económicamente asequibles y siguen siendo eficaces, entre otras).
Para conseguir estos objetivos se elabora una norma técnica a cumplir, por tanto, se requiere un compromiso del agricultor con sus objetivos y una formación técnica adecuada. Estas normas definen las bases técnicas y desarrollan obligaciones, recomendaciones y también prohibiciones en aspectos concretos como: biodiversidad, material vegetal, suelos, características de la plantación, manejo de la plantación, fertilización, manejo de la cobertura vegetal del suelo, riego, control de plagas y enfermedades, normas para el uso de la maquinaria de tratamientos, cuaderno de explotación y gestión de los envases de productos fitosanitarios. Además, en el caso de este cultivo de la viña, hay un apartado específico para la vendimia. Todo esto pretende ofrecer las mejores condiciones para conseguir la máxima sostenibilidad del proceso productivo y la máxima calidad.
Desde el aspecto de la sanidad vegetal, el cultivo de la viña es uno de los que más ha desarrollado los sistemas de producción integrada o de manejo integrado de plagas. Son bien conocidas las redes de seguimiento de plagas como la polilla de la uva (Lobesia botrana) que, junto a un completo sistema de alertas, facilitan permanentemente la información y de los momentos de tratamiento, si es necesario. En general, los criterios para tomar decisiones sobre los tratamientos contra las plagas y las enfermedades de la viña, según la norma técnica de producción integrada de este cultivo.