Agrosistemas de la Vid



En nuestro país, la capacidad de adaptación y rusticidad de la planta de la vid, ha permitido establecer cultivos desde condiciones marginales de alta montaña, a zonas de suelos limitados, donde el factor clima le ha permitido superar las demás limitantes ecológicas.
El cultivo de la vid (Vitis vinifera L.) en Chile se extiende desde Copiapó hasta región vitícola del sur, concentrándose entre la región de O’Higgins y el Maule.
La vid, es una planta trepadora leñosa, caducifolia, que puede alcanzar una altura o longitud de 20 m, con el tronco sinuoso de hasta 40 cm de diámetro. Sus tallos jóvenes son largos y delgados -los sarmientos- y tienen numerosos zarcillos bifurcados o trifurcados con los que se enroscan a su soporte. Las hojas son alternas, simples, palmadas, profundamente lobuladas, de 5 a 15 cm de largo y de ancho, son de color verde, con el envés blanquecinos de jóvenes, y en otoño toman bellos colores amarillos, naranjas, rojos o púrpuras. Florece en primavera con las inflorescencias dispuestas en panículas, y con las flores verdosas, sin interés ornamental, hermafroditas en el caso de las variedades cultivadas, unisexuales en el caso de las plantas silvestres. Los frutos son bayas globosas o elipsoidales -la uva-, de 0,5 a 2 cm de diámetro, de color rojo, violeta, verde o verde amarillento, a veces cubiertas de pruina glauca, de pulpa dulce.
Un viñedo o un parronal de uva de mesa constituyen un monocultivo, con variedades muy bien delimitadas en cuarteles definidos, con un periodo relativamente preciso de floración, fructificación y cosecha. En particular, el parronal de uva de mesa es un cultivo de muy alta tecnología en cuanto a sistemas de producción, fertilización y sanidad.
En general la vid, por su condición de rápido crecimiento, textura de los tejidos, riqueza nutricional de sus órganos de crecimiento y microambiente, parece ser muy atractiva y palatable para numerosas especies de animales incluyendo nemátodos, moluscos, ácaros, insectos y algunas especies de aves y mamíferos.
El sistema radicular de la vid multiplicada por la vía vegetativa, logra establecerse rápidamente sobre la base de varias raíces principales distribuidas sobre un plano horizontal a diversas profundidades. Luego, las raíces secundarias se distribuyen desde el estrato superficial a zonas más profundas de acuerdo a las características del perfil de suelo y las condiciones de humedad.
En cuanto a la estructura aérea, el tronco y sarmientos, tienen características muy favorables para la atracción de insectos plagas, así como de enemigos naturales. La naturaleza de la corteza de la vid (ritidomo), suelta y fibrosa, le permite a la planta servir de albergue y de sitio de reproducción e hibernación, a una gran cantidad de insectos enemigos naturales. Las arañas de la familia Salticidae y Tomisidae, se alimentan sobre una gran variedad de artrópodos, especialmente en parras más viejas. También se albergan Liposcelidos, piojos de la corteza, ácaros depredadores, chinches predatores, etc.
En el troco de la vid también hay una alta tolerancia a numerosas plagas de la corteza y xilófagas siendo capaz de tolerar alta densidad de insectos.
Los sarmientos a través de numerosas yemas son capaces de albergar durante el invierno una rica fauna, tanto de plagas como de enemigos naturales. La yema bien protegida por las brácteas coriáceas y por fibras algodonosas encierran formas adultas de trips del follaje (Drenanotrips), formas adultas de erinosis (Colomerus vitis) y hembras de falsa arañita roja.
El agrosistema de la vid condiciona también su propio microclima con características de temperatura, higrometría, y luminosidad que influyen directamente en el metabolismo de la planta, así como de las plagas que allí se desarrollan.
Autora: Nancy Vitta P.
Ingeniera Agrónoma
Magíster en Ciencias de la Agricultura
Investigadora INIA
nvitta@inia.cl